domingo, 7 de marzo de 2010

Rutinas y más rutinas...

Mis días se componen de letras, números, voces, mapas y mucha gente. La verdad es que a pesar de mis contradiciones y mis quejas constantes, me gustan. Me acaban gustando porque pienso en la vida que puede llevar otra persona con el triple de problemas y veo que no puedo quejarme, que no tengo que ser tan exigente.
Me quejo de que no tengo viernes, ya que al llegar a casa me toca hacer el piso a fondo. Joder, menuda mierda, se que llego menos cansada que mis padres pero tampoco les da derecho a que me coloquen el muerto.Sí, me gustaría llegar y tener el plato encima de la mesa y tirarme toda la tarde haciendo nada o haciendo algo que realmente me gusta. Pero mientras lo hago reflexiono sobre lo que hacen ellos por mi y por tirar adelante con esta situación, mi padre levantándose a las 5 de la mañana trabajando 10 horas diarias y llegando a casa a las ocho de la noche o mi madre levantándose aún más temprano que él y doblando su jornada los viernes y los sábados. Disfruto con esos viernes, me gusta sacar el aspirador y colocarme los auriculares de mi padre, mucho más potentes que los míos y tirarme toda la tarde cantando, lo he hecho mi momento. Luego a las siete, mi padre me espera en el metro y vamos a comprar la fruta y la verdura de la semana, invitándome a un zumo mientras charlamos de la jornada y de sus cosas. Nos quejamos de la mierda de vida que llevamos así, pero llegamos siempre a la misma conclusión. Al acabar, esperamos a mi madre que se añade a la conversación mientras volvemos a casa. Todos cansados de diferentes actividades y con diferentes inquietudes... pero joder, son increíbles. Les miro muchas veces, mientras mi madre duerme en el sofá a las nueve y media de la noche y mi padre se prepara las cosas del día siguiente y pienso lo complicado que es ganarse la vida y escalar entre los problemas del día a día, para poder seguir al día siguiente.
Hace algún tiempo tomé la decisión de que mis padres dejaran de darme paga semanal y que si lo necesitaba, se lo pediría. Ahora, cuando lo "necesito" reflexiono si realmente lo necesito para algo importante, es un capricho o puede esperar. Los regalos de cumpleaños, navidades y demás me los administro mejor que el estado, te lo puedo asegurar mi lector. La ropa y calzado me la compro yo. Y si salgo alguna tarde también suelo hacerlo. Les tengo constantemente en mente, no lo puedo evitar.
Quizás debería de evitarlo menos ya que estoy en la edad de ser una caprichosa y de consumir al más no poder... quién sabe. Incluso cuando mis amigas se gastan ciento y la madre un una simple sudadera con un bonito logo de la cara marca pienso que con ese dineral yo me hubiese vestido tres veces. Soy así de simple, no me siento mejor persona por llevar unas zapatillas de ochenta euros, ni una sudadera cara. Sigo siendo Laura aún vistiendo de Zara y H&M, con las mismas virtudes y defectos. Pero a la vez me alegro, me alegro de que a mi edad pueda valorar estas cosas, que mis padres sean unos sobrevivientes en los tiempos que corren y de disfrutar más que un niño chico de un domingo lluvioso jugando al UNO con ellos.

5 comentarios:

  1. Vaya. Debería llamarte raudo el ministro de economía. Eres un hacha!!

    Besos!

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  2. Jajaja, más vale que te consideren tacaña...
    como buena catalana que soy! :)

    Besos para ti también, mi fiel seguidor!

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  3. para que luego digan que los adolescentes de hoy en día soy todos unos caprichosos y descerebrados. plas, plas, plas. te aplaudo, lauris. Cien veces. Más chavales como tú tendrían que haber.

    apoyo la moción, que contraten a esta chica de ministra de economía!!!!!


    besotes!!

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  4. Me gustaron muchos las lineas, realmente parece un minicuento existencialista con una gran enseñanza...

    saludos!

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  5. Me alegra que te gusten Alejandro y gracias a ti, por dedicarme unos minutos y leerme!

    ¡Nos leemos!

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