miércoles, 6 de abril de 2011
Thank you for your love, Hugo.
Tu recuerdo me duele. Dueles como un pellizco en las costillas, un golpe por detrás, de esos que no te esperas. Dueles como la falta de inspiración al poeta. Tu falta me duele.
Me araña el alma verte todos los días en un portaretratos sabiendo que no volveré a acariciarte ni a besarte la cabeza mientras duermes sobre mi bufanda marrón. Sí, no te creas que me he olvidado de que las amabas todas, pero esa en especial. Tampoco he sido capaz de volvérmela a poner.
Desde que me dejaste no he sido capaz de dejarte a un lado de mi mente, dejarte com un bonito recuerdo más de la pubertad a la adolescencia, porque sí, tú has marcado esta etapa. Tu llegada a casa un verano marcó una nueva etapa en mi vida, la entrada en el instituto. Te has ido cuando empezaba lo mejor, cuando empezaba a encontrarme a mí misma.
Cuando la sinfonía de mi vida acababa el primer movimiento, decidiste coger tu cariño, nuestras tardes de domingo e irte, sin más. Tu decisión fue rápida, quizás demasiado. Sin más explicación que tu vejez decidiste partir antes de que llegaran los Reyes magos de Oriente.
Mi ceguera hacia tu posible partida hizo que te atara a mí durante un día y medio alargando tu sufrimiento. Y por ello, tarde, te pido perdón. También te pido perdón por los días que ignoraba tu presencia sin valorar estos días en los cuales me siento culpable por ello.
Tu marcha ha supuesto un nudo de sentimientos, de melancolía, de lágrimas los cuales no puedo evitar. Mi objetivo, ahora cosa imposible, es poderte recordar con una sonrisa en los labios y hablar de ti como uno de los recuerdos más bonitos de mi adolescencia.
Te quise, te quiero y te querré, Hugo. <3
sábado, 2 de abril de 2011
Equinoccio de primavera.
Llegar a este punto me ha supuesto renunciar a un rato de piscina, un rato de evasión. Las últimas entradas, las que he hecho este año, han sido para anunciar malas noticias: Tánatos decidió sorprenderme y llevarse, en menos de dos meses, consigo a los dos seres más preciados que habitaban en casa.
Así pues, hace unos días, mientras estudiaba para los exámenes finales, acompañada de Debussy, me vino este sitio a la cabeza. Llegué a la conclusión de que tenía que quitarle el polvo, actualizarlo como es debido y madurarlo, como he hecho yo misma.
Hace tiempo que aparté la escritura y la substituí por el amargo Bachillerato. Mis días acaban cuando le robo horas al siguiente y así sucesivamente. Sí, duermo poco y me dedico poco tiempo a mí misma. Reconozco que esta situación está provocando la amargura de mi existencia.
Mis días se endulzan con la Catalunya Música, una nueva amiga. La descubrí harta del silencio que invade mi casa cuando estudio o paso apuntes a limpio.
Los fines de semana, cuando el estudio me lo permite, recupero fuerzas y tomo evadiéndome con largos paseos sin destinos concretos, junto a mi libreta y los auriculares. El ir y venir de la gente, las conversaciones ajenas y las miradas de los transeúntes es algo que me sigue apasionando. Ya sabes, las buenas cosas nunca cambian.
La decacencia de mi salud sigue sin darme un respiro abriendo otros frentes que me asustan. Ojalá sólo quede en eso.
Espero con ansias que el Stand by que ha hecho mi vida acabe pronto...
¡Nos leemos!
Así pues, hace unos días, mientras estudiaba para los exámenes finales, acompañada de Debussy, me vino este sitio a la cabeza. Llegué a la conclusión de que tenía que quitarle el polvo, actualizarlo como es debido y madurarlo, como he hecho yo misma.
Hace tiempo que aparté la escritura y la substituí por el amargo Bachillerato. Mis días acaban cuando le robo horas al siguiente y así sucesivamente. Sí, duermo poco y me dedico poco tiempo a mí misma. Reconozco que esta situación está provocando la amargura de mi existencia.
Mis días se endulzan con la Catalunya Música, una nueva amiga. La descubrí harta del silencio que invade mi casa cuando estudio o paso apuntes a limpio.
Los fines de semana, cuando el estudio me lo permite, recupero fuerzas y tomo evadiéndome con largos paseos sin destinos concretos, junto a mi libreta y los auriculares. El ir y venir de la gente, las conversaciones ajenas y las miradas de los transeúntes es algo que me sigue apasionando. Ya sabes, las buenas cosas nunca cambian.
La decacencia de mi salud sigue sin darme un respiro abriendo otros frentes que me asustan. Ojalá sólo quede en eso.
Espero con ansias que el Stand by que ha hecho mi vida acabe pronto...
¡Nos leemos!
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