domingo, 1 de diciembre de 2013

Yo, que un día quise saberlo y entenderlo todo.

¿Saben? Hubo un día en el que me cansé de mi identificación política. Que el uso de la protesta como forma de manifiesto ya no llenaba mi cuerpo de orgullo y satisfacción.
Cuando empecé ese proceso de duelo decidí plantearme un seguido de conceptos que, al poco tiempo, inundaron mi cabeza.
Sabía que la experiencia de militar en un partido político había estado bien, pero que no era aquello que yo querría estar haciendo toda la vida.
Estaba harta de ese puritanismo que hacía acogerme a roles pasivos, a no formar parte de diálogos si no optaba por las formalidades. A las desconfianzas entre iguales y  a no ser un sujeto de derecho en mi propia casa.
Necesitaba sentir que mi participación dentro del ente social no estaba condicionada por intermediarios: necesitaba trabajar hacia la proximidad. Sentir que estaba en mi lugar, en ese sitio donde se valorara la ética y la honestidad social y la colectiva.
Que mi actuación iba a formar parte de la transformación social, que actuaba regida por unos derechos sociales. En definitiva, buscaba nuevas formas de participación.
De primeras, la primera forma de participación que se me ocurre es la puntual.
Como aquello que hicimos muchísimas personas este mismo sábado cuando fuimos a comprar al supermercado. El Banc d’Aliments un programa que se llama “El gran recapte”, nos ofrece una bolsa de plástico y nos pide que la llenemos de alimentos de primera necesidad (legumbres, pasta, aceite, etc). Seis, siete euros aproximadamente. Y más de tres mil toneladas de comida.
Mediante las redes sociales, no sólo las que están detrás de pantallas y teclados, si no las primarias, las humanas podemos hacer surgir la participación. Vecinos de, amigos de, compañeros de y ex de. Esas relaciones que, teniendo en cuenta la fortaleza e importancia, mantienen la comunicación entre todos nosotros y nosotras para afianzar la participación.
En el momento en que vivimos, debemos ser conscientes de que nuestras relaciones se basan, en muchas ocasiones, en la relación que mantengamos con otras redes sociales, en este caso, las que hacen encontrarnos en línea con nuestros iguales.
Por ejemplo Twitter, la red social que nos permite dar opinión y participar en debate. O Facebook, la red social que más poder de convocatoria tiene.
Estas redes deben ser utilizados de forma comprometida, hacia un bien para la sociedad ya que ejercen dos tipos de poderes: el poder de acceso-denegación a la información y el poder de descentralizar la información y crear nuevas redes y conjuntos de acción. Por ejemplo, los movimientos espontáneos como el 15-M  y, ya en su nacimiento, están condicionados por estos dos poderes.
Quedémonos con los movimientos espontáneos, así como el voluntariado. El elixir de muchas personas que deciden salir de esta sociedad anestesiada, espectadora y recipiente de noticias. Personas que tienen un sinfín de valores emergentes, que otros tantos deciden dejar en manos de entidades y personas con buen corazón o simplemente prefieren claudicar con las entidades más clásicas como son los partidos políticos y los sindicatos.
Y volviendo al principio de todo esto… ¿Cómo surge ese afán de participación en el ente social? Mediante la conciencia, señores. Dándonos cuenta de cuáles son las carencias y posibilidades del entorno. Y sin tal conocimiento no hay posibilidad de cambio.
Queda considerar que hay medios que promueven formas distintas de consciencia: así como los medios de comunicación. Estos carecen de lideraje ético porque no promueven la escucha ni la opinión objetiva, y esto no genera confianza en la sociedad. Quiero decir así que su ejemplo no es ejemplar. ¡Y qué diablos! Promueven la banalización del mal: todo aquello que vemos y oímos por la televisión y otro medios nos resbala por esta piel (ya impermeable) y forma parte del espectáculo. Y todo esto a la sociedad se le queda grabado a fuego como ese “There is no alternative” (TINA), eslogan usado por Margaret Thatcher. Ante todo este mal que nos supera, nosotros no podemos hacer nada.
¿Por qué no podemos hacer nada? Porque las instituciones educativas sean formales o informales han fomentado esta aclimatación al medio y no al cambio. Y ya, puestos a despotricar y expresar todo aquello que lleva inundándome la cabeza, nuestra sociedad es se basa en el conformismo social y en el inconformismo personal.
Y para que todo esto cambie, parece ser, las riendas las deberían tomar el tercer sector y de las personas que claudican y claudicamos por y con él. Quizás, esa virginidad moral que le caracteriza sea la responsable de crear discurso y, a su vez, conciencia en esta sociedad tan adormecida.
En muchos casos, la sociedad considera que esta conciencia es una ligadura. Y el no compromiso viene derivado por varios factores: la carencia de habilidades y recursos para comprender el fracaso (no hago nada por si me equivoco), el individualismo (yo solo no lo puedo hacer) y el puritanismo (no hago nada porque no estoy del todo de acuerdo con…).
Quizás, una vez rotos estos mitos, la sociedad podría llegar a comprender que la conciencia y la participación son las claves para emprender los liderajes compartidos y comprometerse por causas comunes, así como darse de baja, de forma colectiva, del partido político o el sindicato que te representó durante años y emprender en una entidad del tercer sector.


jueves, 10 de octubre de 2013

1989

Las lunas de enero los enamoraron,
decidiendo hacer caso al amor y a sus entrañas.
Brindaron por el reproche ajeno,
por palabras que duelen más que los golpes,
por todos aquellos dedos que sentenciaban,
elogiando aquello que hoy le llaman vida y libertad.
Aprendieron que hay que aguantar las tempestades
porque, al final, vale la pena.
Que el amor es una constante
y se debe andar de frente.
Fluye en mi sangre que ellos son aves y son viento,
son furia y son llanto.
Son infinito y  son coraje.
Son la única constante de mi república,
de mi aventura, mis alfareros, mis centinelas
y el viento de mi vela.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Equipajes y cicatrices.

Vivir es tener ambiguas cicatrices que descascaran el barniz de nuestros cuerpos. Nos suelen delatar e indican, a su vez, cuántos silencios hemos decidido romper, cuántas distancias hemos querido acortar. En definitiva, vivir es no ser fracción de lo que se siente y ser una canción a pleno viento.
Hoy he revisado mi equipaje y he enumerado las cicatrices y las dudas. El equipaje sigue siendo el mismo: llevo a cuesta días grises, recuerdos con muchísimas personas que hoy ya no están, mi familia, los de siempre y un esquema complejo de lo que soy y de lo que quiero seguir siendo. La enumeración de las cicatrices ha sido más bien corta y las dudas poco complejas. Analizándolas, me he dado cuenta de que todas estas dudas me llevan a encontrarme, de nuevo, en medio de la carretera. Cruzo o no cruzo, es sencillo.
A diferencia de otras veces, ahora tengo la certeza de que si cruzo será para bien y puedo asumir una posible caída. Que no me da miedo, ni tengo la necesidad de querer taparme entre la niebla de la gran ciudad.
Todo va sobre ruedas, Laura. Tengo a alguien que suele hacer sitio para acomodarse entre dudas infinitas y cambiarlas por un abrazo sincero, mi familia, mis amigos. Estoy segura de querer cargar con este bonito equipaje hasta el final de mis días, de afrontar la experiencia que supone trabajar con personas llenas de maletas complejas y difíciles, de gritar que lo he conseguido en junio del año que viene. De asumir que el paso de los años me está sentando bien y que este era el camino correcto.

Allá vamos.



domingo, 1 de septiembre de 2013

Il nome suo nessun saprà.

A pesar de ser tú verano y yo invierno, tú el fuego y yo el frío. A pesar de tus piedras y charcos, mi mano y mi hombro siempre estuvieron aquí.
Tus tropiezos, tus lágrimas. Quise decirte que sé cómo lates y cómo debían cuidarte todas aquellas chiquillas con las que comparte sábanas. Quería decirte que no había más mentira que la de esos labios y que yo hubiera sido primavera contigo. Que no hubiera sido la persona que entristeciera tu perfil. 
Tal vez te acuerdes de mí cuando ahora llores porque no te abrazan, porque ahora quieras que te quiera ella y sientas celos del aire que roza sus pulmones.
El caso es que ya no te pienso, ni siento miedo al silencio que nos acompaña. Vas a estar bien, verás. Vas a estar bien rodeado de los de siempre. Recuerda escribir en la libreta de las cosas bonitas y deja que la vida se cobre por los días grises.
Mañana será otra mujer y te hará llorar... y ahí entenderás que lo que te dije. Aunque ya, por esas fechas, nos de igual.


Acuérdate de vivir. 

martes, 20 de agosto de 2013

La Bárbara

Me volvió el corazón a su sitio cuando vi a La Melgarcita detrás de su coche. Nunca supe que media hora de trayecto diera para tanto: recordé todo aquello que había sucedido durante los días que yo me montaba en ella, cuando compartíamos paseos en  las noches despejadas y frescas de Barcelona. Abrígate, Pliego, me decía.
Sonreí cuando recordé el sonido de los cascos chocar, cuando la volví a escuchar arrancar.
La Melgarcita, Luis y los viajes en ella eran un indicativo de que las cosas estaban yendo bien. De sentirme bien conmigo misma y con él, claro.

Esa misma sensación volvió la noche del lunes, cuando mi corazón volvió a estar en su sitio. Luis ya no era quien llevaba la misma moto, pero yo sí que era quien se montaba detrás de La Bárbara. Enric era quien llevaba la moto en la que me subí por primera  vez, la moto en la que pasé miedo, cerré etapas y abrí otras mucho más bonitas. Y me gustó mucho.
Agradezco, en definitiva, poder volver a agarrarme a una barriga, volver a sentir la colonia del conductor. Poder sentir eso de la libertad absoluta. De subir en uno de los sitios de mi recreo preferidos.


¡Con La Barbarita, hasta el infinito y más allá!


viernes, 2 de agosto de 2013

Eclosiones

Cuando aquél cuerpo decidió no envolverse nunca más entre mis sábanas, me quedé a solas conmigo misma. Esa sensación de soledad momentánea recubrió todos los rincones de mi cuerpo, hasta el punto de querer dedicarme el resto de mis días a saborearla.
Hubo algo, después de cuatro meses, que me hizo cambiar de parecer. Todo había cambiado demasiado para seguir en esa tónica. Decidí buscar un bar donde alguien recordara mi forma de bailar mientras yo machacaba mi hígado. Un lugar donde nadie tuviera la ocurrencia de preguntar por mi obcecación de hacer paté del mismo, por licuar mi corazón hasta hacer zumo.
Por aquellos entonces, descubrí que un buen camarero nunca hace preguntas incómodas. Simplemente se dedica a asentir, a repetir lo que dices. A chupártela, si lo requieres. Te avisa de que aquél está en el bar, por aquello de no coincidir.

Pero cuando quieres darte cuenta él ya se ha ido. Y ya no quedan más bailes, si no una caña de cerveza a la mitad. Un amor flojo y sin espuma. Queda, pues, que no puedes ver a un ex y verlo como un ex, porque siempre queda un poso, un reducto. Una canción que te recuerda el olor de su corazón acompasado. Un abrazo preciso antes de caer rendidos.

viernes, 3 de mayo de 2013

Hache de Héroe

Hablar de Hache (Antes Jordi) es hablar de las personas que se hicieron cargo de su cuidado, de su integridad: ellos son la SPAM, la Sociedad Protectora de Animales de Mataró.
Enric y yo decidimos que, teniendo un patio tan grande, un tiempo para dedicarle y un sentimiento de amor hacia los animales, era un buen momento para adoptar un nuevo integrante de la casa.
Nos pusimos manos a la obra con la búsqueda y nos decidimos por visitar la protectora. Allí es cuando vimos la cruda realidad: un sinfin de perros y gatos de todos los tamaños, colores y razas que están a expensas de que familias, parejas y voluntarios/as les vengan a pasear unos días a la semana, que se los lleven de acogida unas semanas o, si tienen mejor suerte, sean adoptados.
Pero bien, Hache y el centenar de animales que lo acompañaban son lo que son por su pasado, su presente y su futuro urgente. Quién sabe el pasado que tuvieron; a la Protectora eso ya no le importa demasiado. Lo que les importa es que el presente sea lo mejor posible y que el destino y la suerte les de un futuro digno. Y eso es sólo mérito de SPAM: voluntarios que regalan su tiempo libre y su amor hacia los animales, que dan muestra a la sociedad en la que vivimos que los animales son seres igual de dignos que los humanos y se merecen el cuidado y la atención necesaria. A veterinarios, coordinadores que hacen de este sitio un hogar temporal, aunque en muchos casos definitivo.
"Mucha suerte, príncipe, has encontrado tu familia" - Le decían a Hache cuando nos disponíamos a salir de allí. Yo sólo podía contener las lágrimas y observar aquel sentimiento de las personas que forman parte de SPAM.
Y digo desde aquí, un espacio personal, que los animales que vengan a la tierra deben tener las necesidades cubiertas. Que los animales no son el capricho perfecto para las familias: los animales son seres iguales que tú y que yo, a los cuales hay que respetarles sus derechos. 
Doy las gracias a ese gran equipo que forman las Protectoras de Animales, en especial la SPAM. Agradecemos y admiramos vuestro trabajo, vuestra dedicación y cariño. Sois parte del heroicismo de Hache, porque Hache es un héroe gracias a vosotros.



viernes, 18 de enero de 2013

Inventario

Y así acabó, convirtiéndose en un mero usuario de Facebook.  Hasta ese momento no supe cómo pueden dar de sí las redes sociales. Miento. Las redes sociales hicieron un nosotros. Y eso estuvo bien. O quizás no. No sé.
Superar una (primera) ruptura no es fácil. A pesar del intento en vano, a lo máximo que aspiramos a ser fue a ser unos ex-novios, ex-cómplices, ex-amantes. Y ese fue el mejor de los casos pues podíamos habernos quedado detenidos en el tiempo, suspendidos en aquello que le llaman pretérito presente.
Ya no aparece nada suyo fortuitamente en mi habitación. Ni cenizas, ni mechero que encienda la pólvora de mi incertidumbre. Mi corazón no es una bomba lapa adherida a su recuerdo, ni un temporizador en marcha. 
Mi vida dejo de ser un hostal en baja temporada: ahora  hay alguien que se queda más allá de dos noches conmigo. Y el resto del día. El calendario ya dejó atrás septiembre del 2012 y el servicio de habitaciones funciona perfectamente: entre mis sábanas ya no hay rastro suyo, ni las hojas secas que crepitban cuando me acostaba y me recordaba que nosotros tuvimos primavera, que nosotros nos enamoramos. 
He pensado durante estos días en eso. Sobre el amor que caduca o simplemente se estropea a temperatura ambiente. Si lo nuestro, en fin, concluyó porque estaba escrito así en el reverso de alguna libreta o porque la pistola que acabaría con lo nuestro no se encasquilló. El tiempo era nuestro sicario y la vida un testigo incómodo que declararía, finalmente, contra nosotros: "Yo les vi quererse, señoría". 
Tardé mucho en comprender que la única forma de conservarnos era quitándonos de en medio. Y ese es el único error que reconozco, haber intentado mantener(nos) diplomáticamente en ese pretérito presente.
Cuidate, sí.