viernes, 24 de febrero de 2012
Reciprocidad número 19.
Ritmos cardíacos superiores a las 85 pulsaciones cuando tu boca se acerca a la mía sin pedir permiso. La absurda negación a esa adicción a tu egocentrismo. La espontaneidad de mis sonrisas cada vez que te veo venir de lejos. La caida de mil y un miedo a medida que pasan los días y yo sigo contigo. Canciones que no decían nada y ahora tienen un sentido claro y clave. Tus manos, tus dedos, tu cuello, tu pelo y, sobretodo, tus orejas. Mis labios, mi barbilla, mi cintura. La anchura de mi cabezonería frente a tu altura. Tu sonrisa, las despedidas, la alegría, la ilusión, la esperanza y el empeño de forjar un plural desde mi yo, mi tú hasta llegar a un nosotros.
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Me encanta como escribes, y lo que escribes. Voy a compartir este susurro tuyo en mi twitter con tu permiso, porque hace tan sólo unos meses que conocí a alguien que me hizo sentir así de nuevo después de muchos años, aunque por desgracia no he sido correspondida con el tiempo.
ResponderEliminarY aprovecho para decirle, por si lo leyera alguna vez, que no volvería al pasado por como todo ha pasado, pero que siempre desearé con todas mis fuerzas haber alargado, estirado, mantenido siempre igual esos dos meses que pasé a tu lado que fueron los dos meses más felices de mi vida, porque tenía a mi lado haciéndo eso posible a alguien maravilloso con quien compartir este mundo. Qué pena que despareciera...
Me alegra saber que lo compartirás en tu twitter y también que te gusta, de veras. ¡Nos leemos, tocaya!
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