jueves, 5 de julio de 2012

11.02

Supe que dejé de quererte el día que olvidé masticar un chicle de fresa antes de nuestra cita. Ya no me emocionaba verte aparecer de lejos con la mochila colgada a un solo hombro, ni tampoco esa sonrisilla que se te escapaba cuando me veías con el vestido azul. Dejó de emocionarme que te perfumaras, que hicieras planes conmigo a larguísimo plazo, que te colaras entre mis piernas sin pedir permiso. Aquel día supe que ya nada volvería a ser lo mismo. (CTRL+X)
Supe que comencé a quererte el día que me miraste como nadie antes lo había hecho, el día que sin haberte visto sonó Carousel de Julia Mercell, el día que la palabra despedida hizo que se me encogiera por primera vez el corazón. Me emocionaba que me chincharas, que me acariciaras la cara y también tus nervios. Supe que comencé a quererte el día que enterré miedos contigo a la vez que otros tantos se preocupaban de un partido de rugby, mientras el mundo seguía girando. Yo paré el mío durante 2 minutos y decidí lanzarme a la piscina contigo y conmigo misma. Mi primer riesgo. Nuestro riesgo. Tu olor. El verde de tus ojos. Tu sonrisa. Tu ombligo. Las lágrimas. Tus pies. Te esperé. Siempre te había esperado.

A ti te debo cinco meses de incertidumbres, de saltos al vacío, de amor. De mucho amor.

Te quiero, Pol.

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