jueves, 13 de diciembre de 2012

XII


Diciembre es este frío
que me ha hecho aprender a desabrochar botones
y no ponerlos.

Son aquellas cosas de valor
que nos intercambiamos
con esa cierta distancia de seguridad,
ese luto absurdo, esa tristeza de una Lisboa sin amueblar.

Voy a dejar de cansarme de mí
para abocarme en las niñas azules
y ser esa hormiga que se pasea
por el borde de tu pupila izquierda.

Qué ganas de hipotecar el azar que me trajo a ti,
de comenzar a apostar un poco por mí,
de echarle valor y no tener miedo
a perder la orientación.

Mientras tanto, asimilaré que esta cuarentena
es ese antídoto para un quiéreme libre, déjame ser que costó sanar.
No me puedo arriesgar a comprometerme
para luego abandonar.

No todo se acaba aunque diciembre acabe,
porque lo mejor aún queda por delante.
Tampoco me sirve averiguar el cómo,
si no que prefiero regodearme en el qué.

El devenir va a colisionar
en un enero de incertidumbres.
Iaunuarius se merece una coalición de treinta días
en los que triunfe la esperanza de ganadores y perdedores 
desarmados que no temen a nada.




...te voy a querer. 

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