miércoles, 7 de abril de 2010

Sigo siendo rara.¿Qué quieres que le haga?

A parte de ser más rara que un perro verde, me gustan los macarrones. Y mirar el cielo de vez en cuando cuando camino, dormir sin ropa y con la ventana abierta. También me gusta la música a más no poder, sobretodo la instrumental y leer durante tardes enteras. Me gusta estudiar y no me da verguenza decirlo. También me gusta escribir, pero a mano,con la letra que nadie entiende. Y viajar, viajar por España, que es lo único que mis padres se han podido permitir. Me encanta Andalucía, sus girasoles, sus olivos y su calor. También me gusta ir al pueblo y clavarme todas las piedras que tienen las calles. Y visitar cosas, aprender. Me gusta cantar la música que no se puede cantar. Y el cine español, me encanta por mucho que digan que es malo. Y las películas gore. Los conciertos también, esos que dan alguna noche por el canal 33. Me encanta Ikea y perderme. Modificar cada dos por tres mi habitación. Me gusta navegar y perderme por Internet, demasiado. Me gusta Facebook.Blogger, sobretodo por la poquita gente que he conocido y es espectacular. (Ellas y lo que escriben.)
También me gusta ir a comprar con mi padre y que mi madre se quede en casa. Ella tarda demasiado en decidirse en qué tipo de judías coger. Me gusta pelearme con mi madre en el sofá. Y subir a la azotea en verano. La playa, me encanta. Me gusta pasear por Barcelona y observar a la gente que nunca más volveré a ver. Y mirar las carteleras de los teatros. También me gusta que mis abuelos me hablen de antes. Y que Chola, mi segunda abuela y vecina argentina me explique cosas de su tierra. ¿A que no sabías, querido lector que el Río de la Plata es el río más ancho de la tierra? Pues también me gusta escuchar. Me gusta el hockey y el baloncesto. Me encanta ir con mi padre los domingos a jugar un rato mientras mi madre lee el periódico. También me gustan las tardes con las chicas en casa del alguna viendo alguna película, llorando como tontas y después salir a pasear. Me gusta que te guste como escribo. También me gusta ir en coche, en autobús y en tren. Me gusta olerle el pelo a Hugo, mi cobaya porque huele a palomitas y llevarmelo a la habitación a que duerma la siesta debajo del sol que entra por la ventana. También me gusta haberle puesto Hugo, porque no conozco a otro animal que tenga ese nombre y que sea tan especial. Me gusta la verdura, el pescado y vestir de chándal. Me encantan las sudaderas y las zapatillas. También me gustan los pendientes y las pulseras de hilo, de esas que sólo se quitan si las cortas. Me gustan unas uñas arregladas, aunque yo no las tenga por el maldito korfbal. Y también...me gustan las clases de literatura e historia. Me encanta Michael Bublé y Quique González.Y ser la mejor rebote de mi equipo. Me encanta mojarme cuando llueve y cocinar. Me gusta sorprender a mis padres con la cena o con cualquier otra cosa. Me gustan las sorpresas y que me dejen con la intriga.
También me gusta reflexionar en la cama con los auriculares. Y también ir por la calle e imaginarme historias, las cuales escribo en cuanto llego a casa, aunque sólo sean palabras sueltas. Me gusta hacer catalán los jueves y escuchar como el profesor de música toca el piano haciendome mover los pies durante sesenta minutos. Me gustan los instrumentos de viento y tocar aún la flauta. También me gusta sentarme cerca de la ventana y la oler todo el día a Flor de Don Algodón. Me gusta andar descalza, sea verano o invierno. Me gusta llevar pantalones cortos en verano y chancletas. También me gusta llevar mi mochila, aunque parezca Pocholo. Y me encanta... me encanta... reirme de mi misma, conmigo, contigo y de ti.

Ves, tampoco soy tan perro verde Tata!

lunes, 5 de abril de 2010

El regalo más inesperado y especial.


" La literatura es una extraña máquina que traga, que absorbe todos los placeres, todos los acontecimientos de la vida. Los escritores son vampiros. "
Bernard Henry Levy, filósofo y novelista francés.


[Carlos, muuuuchísimas gracias por todo. Ahora por el regalo: la libreta con un magnífico dibujo de un pentagrama, pieza de Mozart, en la que voy a llevar encima y dentro de veinte años pueder mostrarle a los míos lo que corría por esta Laura a los dieciséis. Y... por la ayuda que me diste cuando la inspiración vino a mi a las cuatro de la mañana. Gracias por el zumo, por los Doritos y la tarde en el puerto. Te quiero muchísimo Oswald.]

sábado, 3 de abril de 2010

Delirios nocturnos.

Se que debería estar haciendo gramática catalana y un maravilloso comentario de texto de latín. Pero una mini conversa "feisbukera" y el comentario que hizo ayer mi abuela me ha hecho pensar en algo.
Me dijo delante de toda la familia que era más rara que un perro verde, que no era normal que no me gustaran las torrijas, las espinacas que se come todo Marchena y que para más colmo no me gusten los huevos fritos! Pues no, no me gustan y tampoco me gusta el arroz blando, la carne poco hecha, la leche y la cantidad de sal que le echa a todo. Ni los callos, ni los higadillos con cebolla ni los pasteles.
Tampoco me gusta el chundachunda que escucha la gente de mi alrededor (Sin unos maravillosos auriculares,claro.) ni el reggaeton. Ni bailar. Miento, quizás me guste... pero no se.
Ni los tacones, parezco un velocirraptor andante. Tampoco me gusta llevar el pelo liso. Ni las matemáticas. Ni los móviles táctiles. Ni la televisión. ¿Cómo no me puede gustar la tele? Pues yo que se... ni las películas tipo Disney. Menudo pastelón, con esas cancioncitas. Ni los gatos, todos para el Alf. Tampoco me gustan los aires de superioridad puede llegar a tener la gente por calzar unas zapatillas de 120 €. ¿Te compro un pin? ¿Eres mejor así? Pues "mú" bien campeón.
Tampoco me gustan las clases de ética ya que para aprobar tienes que rellenar una hoja y media con todo lo que ha dicho una profesora durante tres meses y quizás no sea lo que tú realmente piensas o tengas otra alternativa.
Ni el nacionalismo extremo que viste gente de mi clase: por mucho que te joda, aún Catalunya sigue siendo España, chato. Ahora si quieres, acúsame de facha. Ni las fotos en los espejos o con morritos sexys. Ni que la gente vista con un Palestino "totá, pa taparte el cuello durante el invierno...".
Tampoco la gente que me llama empollona por toda la cara. "Imbécil, si saco más nota que tú es porque no me tiro el domingo metido en una discoteca light emborrachándome con Blue Tropic."
Ni el tabaco. Odio el humo y que me lloren los ojos a causa de eso.
Y sobretodo los olores, lo siento pero soy muy delicada con eso... a la mínima me pongo mala.
Ni que me chillen. Prefiero que me peguen un guantazo, porque me duele menos.
Y las chuches, ecs...
También me intimida mucho que me miren a los ojos cuando me hablan. Y le tengo pánico a las alturas. Y a las decisiones.
Y sobretodo a hacerle daño a alguna tía en los rebotes. Claro, son todas más bajitas que yo(mido 1'71) y al lado de ellas soy la prima de Hulk, pues... ya he estampado a alguna que otra. Lo siento...
Y tengo miedo al amor, TOTAL. Aparece y desaparezco yo. Y no me gusta el verano y la humedad de Barcelona.

...¿Tenía razón mi abuela y soy un tanto especial?

viernes, 2 de abril de 2010

Sinfonía para margaritas III

Pasaron los años y el ramo de margaritas no fallaba. Corrían tiempos difíciles y el miedo de tu abuela no se fue jamás, así que no volvió a Burgos a buscar a Amador. Hace cuestión de dos años recibí una llamada. ¿Recuerdas cuando marché a Galicia a la conferencia de compositores? Pues no. Fui a Burgos porque Valentín, el acólito de la iglesia quería hablar conmigo antes de que fuese tarde. Nunca sabré cómo pudo contactar conmigo. Estaba agonizando cuando me explicó esta historia. Él como víctima y que Amador, mi padre había sido asesinado en 1956 a manos de los Falangistas. Había hurgado demasiado ese fue el motivo. Se hicieron buenos amigos, siempre a escondidas. Le ayudó en todo lo que pudo, arriesgando su vida día a día. Amador le hizo prometer que si moría, él se encargaría de enviarle las margaritas y dinero para que sobreviviera en Madrid. Tampoco supo que la abuela estaba embarazada. Después de la muerte de Valentín me he encargado yo de esas flores, pues tu abuela vive con la esperanza de que Amador el día más esperado llegue con un ramo de margaritas y le diga que lo ha solucionado y puede volver a su Burgos natal. Ayúdame a encontrar sitio y ten cuidado con las margaritas, no se las tronches. Iba por el pasillo a paso ligero con los ojos llenos de lágrimas, olvidándome del olor a naftalina esperando a encontrarme a mi abuela en la sala de visitas. Allí estaba, como de costumbre mirando por la ventana. Dejé las margaritas encima de su cama y le tapé los ojos, esperando a que pronunciase mi nombre como siempre. –Hueles igual de bien que siempre, tu olor es fresco como las margaritas que me traes siempre. Ves al armario y verás que tengo una margarita de cada ramo que me has enviado. Le destapé los ojos y me dispuse a seguir sus órdenes. Cogí la caja donde estaban todas y me miró a los ojos fijamente y me dijo:

- No sabes cuánto tiempo he esperado este momento. Tócame algo de Chópin, Amador…

jueves, 1 de abril de 2010

Sinfonía para margaritas II

Tu abuela sintió que ese hombre no era como los demás y que tras su mirada confidente y la ternura que retransmitía podrían ayudarla a superar su pasado. Se encontraron en la Pensión Rivera, cercana a la estación de Atocha donde se habían conocido. Habitación 27. Según me dijo tu abuela, se olía su colonia desde el pasillo y estaba más guapo de lo normal. La esperaba con un ramo de margaritas y dos sillas en el pequeño balcón que daba a un patio interior donde la luz sólo entraba al mediodía. Se sentaron y charlaron durante un buen rato. Tu abuela se soltó como hacía tiempo que no lo hacía y le confesó el motivo de su huida a la capital. Como bien sabes, tu abuela siempre ha sido una gran defensora del comunismo entre otras cosas y fiel a condición religiosa: la igualdad entre personas.
Mi abuelo Marcelino le había preparado una cita con Miguel, hijo de uno de los terratenientes más imporantes de Burgos. Fueron al baile y cenaron juntos. Él vivía en el centro, así que tu abuela tuvo que volverse sola a casa, ya que quedaba a las afueras. Pensando en lo bien que lo había pasado, vio como dos coches llegaban a la iglesia de San Gabriel. Eran altas horas de la noche y el Cura Abelino no estaba enferno, así que el médico no podía ser. Se quedó escondida detrás de unos arbustos dada la rareza de esa visita. Salió el Cura Abelino de una forma rápida y discreta con cálices, retablos y figuras del siglo XVI y XVII, todas patrimonio histórico del pueblo. Eso era un soborno en toda regla y tu abuela había sido testigo A los tres días recibieron una visita muy inesperada a la venta: el acólito de la iglesia, Valentín, preguntaba por Santina.Se encerraron en la despensa y le dijo que corría un serio peligro ya que Abelino la había visto correr cerca del recinto y dados sus pensamientos progresistas era un grave peligro para seguir.Le aconsejó que se marchara lejos,pues el Cura Abelino era una persona sin miramientos y tenía un fuerte contacto con la Falange a nivel nacional. Él, por desgracia era víctima de ello, ya que se había quedado huérfano desde pequeño y Abelino lo había acogido y criado como monaguillo. Viendo la situación, sin despedirse de nadie compró billete de ida y huyó, sin despedirse ni de mi abuelo Marcelino. Amador, ya enamorado perdidamente de tu abuela decidió vender su violonchelo y hacer justicia por ello, marchándose a Burgos. No le conocía de nada y estaba dispuesto a luchar por algo que ni siquiera le incumbía. Tu abuela cayó gravemente enferma y el aprovechó para marchar excusándose con un concierto en Barcelona. Antes de marchar, le prometió que cada dos semanas recibiría un ramo o una simple margarita convirtiéndose en el símbolo de que estaba vivo igual que su amor hacia ella.

To be continued...
(Gracias Jose R!)