viernes, 18 de enero de 2013

Inventario

Y así acabó, convirtiéndose en un mero usuario de Facebook.  Hasta ese momento no supe cómo pueden dar de sí las redes sociales. Miento. Las redes sociales hicieron un nosotros. Y eso estuvo bien. O quizás no. No sé.
Superar una (primera) ruptura no es fácil. A pesar del intento en vano, a lo máximo que aspiramos a ser fue a ser unos ex-novios, ex-cómplices, ex-amantes. Y ese fue el mejor de los casos pues podíamos habernos quedado detenidos en el tiempo, suspendidos en aquello que le llaman pretérito presente.
Ya no aparece nada suyo fortuitamente en mi habitación. Ni cenizas, ni mechero que encienda la pólvora de mi incertidumbre. Mi corazón no es una bomba lapa adherida a su recuerdo, ni un temporizador en marcha. 
Mi vida dejo de ser un hostal en baja temporada: ahora  hay alguien que se queda más allá de dos noches conmigo. Y el resto del día. El calendario ya dejó atrás septiembre del 2012 y el servicio de habitaciones funciona perfectamente: entre mis sábanas ya no hay rastro suyo, ni las hojas secas que crepitban cuando me acostaba y me recordaba que nosotros tuvimos primavera, que nosotros nos enamoramos. 
He pensado durante estos días en eso. Sobre el amor que caduca o simplemente se estropea a temperatura ambiente. Si lo nuestro, en fin, concluyó porque estaba escrito así en el reverso de alguna libreta o porque la pistola que acabaría con lo nuestro no se encasquilló. El tiempo era nuestro sicario y la vida un testigo incómodo que declararía, finalmente, contra nosotros: "Yo les vi quererse, señoría". 
Tardé mucho en comprender que la única forma de conservarnos era quitándonos de en medio. Y ese es el único error que reconozco, haber intentado mantener(nos) diplomáticamente en ese pretérito presente.
Cuidate, sí. 

lunes, 31 de diciembre de 2012

Agur, 2012.

Cuando pensé en valorar este año que ya se acaba, pensé en valorarlo mes a mes, cosa de que todos esos buenos momentos que están en mi libreta amarilla de las cosas bonitas tuvieran hueco también aquí. Luego pensé que no vale la pena. Prefiero agradecer, de una forma u otra y de forma personalizada, a todas aquellas personas que han hecho de este año mi 2012. (Gracias Carlos por la magnífica idea).
A una preciosa entrada al 2012 con Mari Àngels, un año que nos juramos que sería nuestro. Nos equivocamos cuando le pusimos ese nombre, me equivoqué contigo. Ha sido mi año. Ojalá el que viene sea el tuyo, de veras. A Judit, Yaiza, Sergio porque no entendería un segundo de Bachillerato sin ellos. A Pol, por ser un incendio de nieve durante siete meses. Por tu cariño, tu amistad. Por tanto, aunque la vida ya no tenga estas cosas.  
A aquellos que están a pesar de los kilómetros y tienen siempre un hueco en mi recuerdo: Laura, Ismael y Julio. Brindo por todas esas postales que huelen a Madrid, esas cartas que llegan, casualmente, sin remite y sin huellas y por esos abrazos fraternales desde Guatemala. 
A un septiembre lleno de integradoras y de integradores que han hecho las tardes más emocionantes y que han despertado a esta Indi(e) que llevo dentro. Laia, Paula, Ana, Irene, Eli y los demás. 
A Luis, por ser un maestro Jedi increíble. Por Descartes, por los paseitos en la moto, las tardes de té, las cenas y comidas en la Batcueva, por hacer que no me equivoque tanto y crea un poco más en mí.  
A mi família por estar incondicionalmente. A mis padres, Chola y Mary, mis abuelos, a los que quiero con locura.
A Pepote, el ser más bizarro, el popotito y marinero de luces que está siempre para darme los mejores abrazos. Te debo, nos debemos muchos Cacaolats y Suárez. A Sara, esta primavera constante que apareció salvajemente en septiembre para quedarse durante mucho tiempo. 
Sé que estás leyendo esto y que te impacienta no encontrar tu nombre señalado. ¿Creías que me olvidaba de ti, Carlos? Pues no: la suerte de mi vida es como un postre, se deja para el final. Para ti ya no tengo unas palabras originales, ni unas frases que no hayas leido, escuchado antes. Para ti lo que tengo son años, muchos años a tu lado. Porque sí, porque has demostrado que eres el mejor amigo que pueda tener alguien, aunque el tiempo, las circunstancias o las personas que hayan o vayan apareciendo  se empeñen en hacernos creer que nos distanciamos. Se equivocan, se equivocaban con nosotros. We are the tide. ¿Y tú, Óscar? Ya está, ya puedes dejar de darle al F5, pero no dejes de ser tú mismo nunca. No olvides quién nos esperó en el Tibidabo, ni los atracones a pistachos, ni Marwan, Chaouen juntos. Cállate. 
Diciembre. Has llegado justo a tiempo, en el momento perfecto: cuando acaba algo y comienza todo. Has sido el mes más bonito de este año, el beso preciso, el abrazo necesario, la canción perfecta.
...no encuentro razón para cerrarse y caer en ese rol de parecer frío hielo.


G R A C I A S.

Nos vemos en un año mejor que este. Ojalá que sea el que viene, este 2013.



jueves, 13 de diciembre de 2012

XII


Diciembre es este frío
que me ha hecho aprender a desabrochar botones
y no ponerlos.

Son aquellas cosas de valor
que nos intercambiamos
con esa cierta distancia de seguridad,
ese luto absurdo, esa tristeza de una Lisboa sin amueblar.

Voy a dejar de cansarme de mí
para abocarme en las niñas azules
y ser esa hormiga que se pasea
por el borde de tu pupila izquierda.

Qué ganas de hipotecar el azar que me trajo a ti,
de comenzar a apostar un poco por mí,
de echarle valor y no tener miedo
a perder la orientación.

Mientras tanto, asimilaré que esta cuarentena
es ese antídoto para un quiéreme libre, déjame ser que costó sanar.
No me puedo arriesgar a comprometerme
para luego abandonar.

No todo se acaba aunque diciembre acabe,
porque lo mejor aún queda por delante.
Tampoco me sirve averiguar el cómo,
si no que prefiero regodearme en el qué.

El devenir va a colisionar
en un enero de incertidumbres.
Iaunuarius se merece una coalición de treinta días
en los que triunfe la esperanza de ganadores y perdedores 
desarmados que no temen a nada.




...te voy a querer. 

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Poesía simple. Poesía compleja.

Poesía son unos ojos que hablan y unas bocas que callan. Un corazón humilde que dice verdades. Las arrugas, producto de la risa. Un abrazo a tiempo. Poesía es dibujar un mapa en la espalda disimulando viejas cicatrices. Unas manos que se rozan casualmente. El sabor de una boca después de un beso en el mar. Poesía es un hundirse en la inmensidad de una caricia, conseguir prescindir de un recuerdo. Morirse de frío a causa de noviembre a -5ºC, de calor a causa de unos lunares oportunos. Poesía son las postales y cartas que llegan a mi buzón.  Las ganas de todo y las de nada y acabar convirtiéndote en la rival de la costumbre. La fragilidad de nuestro cuerpo con el paso del tiempo. Poesía son los olores familiares. El detallismo cuando va de la mano del romanticismo. Poesía es un hasta luego que realmente es un hasta siempre que tú quieras.  Poesía es mi paciencia. Que no se nos vaya la vida en quitarnos la ropa. Un suspiro oportuno. El desprecio de cuánto le echarás de menos. Poesía son mis ganas de llorar con unas buenas líneas y una voz bonita. Es el perdón cuando la soledad  nos da un beso. 
Dime que poesía no era lo que merecías y entonces será cuando sepa que los conceptos cambian con el tiempo: tú yo, nosotros. Fuimos, somos y seremos. 

Poesía, al fin y al cabo. Poesía, en definitiva. 








sábado, 3 de noviembre de 2012

La casa está vacía

Los ladrones entraron el martes en mi casa. Aún cierro los ojos y los imagino: el ansia de forzar la puerta y de introducirse en una casa ajena, tocar y escoger a su antojo todo aquello que tuviera un supuesto valor mientras el  tiempo les pisa los talones y no corre a su favor.
Pienso en los pasos que dieron por mi suelo, en los marcos en los que pusieron sus manos recubiertas de guantes, en los recuerdos y objetos en los que clavaron sus ojos. Pienso en haber estado presente y haber impedido que pusieran unas manos desconocidas en mis mejores sudaderas, en mis cosas definitivamente. Me hubiera gustado verlo todo. Como una narradora omnisciente. Sí.
Pienso en haber aparecido casualmente y haberles ayudado a escoger cosas. "Llévense esa caja forrada: está llena de cosas que ya no importan tanto. Llévense a Pío Moa, pero dejen de llevarse mi antología de Miguel Hernández, porfavor. Llévense también esas libretas llenas de fechas con pegatinas del partido y dejen mis libretas de los días bonitos. Tengan ustedes la delicadeza de no dejar a la vista la ropa interior que algún día le hizo sonreír, las fotografías que me recuerdan a lo que un día fui(mos). Acuérdense de que por mucho que arrasen con lo que queda de mi pasado y con parte de mi presente hay cosas que no me arrebatarán nunca. Adelante, siéntanse como en su casa. Ya se han tomado la libertad de entrar sin permiso y de desnudarme". Chapó. Lo habéis logrado. Gracias por nada.