domingo, 23 de septiembre de 2012

Memento vivere

Hay cosas que yo ya no puedo escribirte ni tampoco remediar. Te fuiste sin dejar olores en mí y, aunque en mi armario haya un cepillo tuyo, que no pueda relacionar ningún olor en particular facilita mi tarea.
Ahora todo huele a antes, a otoño y suena a Tiersen. Quique lleva meses diciéndome que ya no suena en mí diariamente. Love of Lesbian nunca volverá a ser lo que fue antes, esto no es un reproche, es un hecho. Aún es pronto, sí.
Recupero, poco a poco, la suerte de mi vida: Carlos, Chola, mi familia. Recupero viejos hábitos que nunca debí perder: observar más a menudo el techo de mi habitación, quejarme y pelear por un futuro más digno. Aprendo, día a día, a perdonarme a mí misma, a remediar todas aquellas cosas que duelen. Lo que me apetece ya me está bien. No niego que, en algunas ocasiones, me asuste y todos aquellos miedos que creía superados vuelvan a picarme a la puerta.
Como hizo Amélie, la protagonista de la película con el mismo nombre, me apetece meter una mano en un saco de especias y que esa sensación recorra todo mi cuerpo. Ese tiempo-espacio sublime de introducir la mano en una tarde cerca del mar, en el abrazo más sincero de Yaiza, Lluis y Pepote, en una noche de bailes bizarros, en un concierto, en la cercanía de Sara mientras suena nos sobran los motivos, en una postal de Madrid de la chica de Alcobendas, en detalles recíprocos en forma de llave o en canciones de Chaouen, en el coche, que te mandan a callar.


"Sempre hi ha un motiu pel que desitges estar avui i et fa seguir caminant".

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