lunes, 31 de diciembre de 2012

Agur, 2012.

Cuando pensé en valorar este año que ya se acaba, pensé en valorarlo mes a mes, cosa de que todos esos buenos momentos que están en mi libreta amarilla de las cosas bonitas tuvieran hueco también aquí. Luego pensé que no vale la pena. Prefiero agradecer, de una forma u otra y de forma personalizada, a todas aquellas personas que han hecho de este año mi 2012. (Gracias Carlos por la magnífica idea).
A una preciosa entrada al 2012 con Mari Àngels, un año que nos juramos que sería nuestro. Nos equivocamos cuando le pusimos ese nombre, me equivoqué contigo. Ha sido mi año. Ojalá el que viene sea el tuyo, de veras. A Judit, Yaiza, Sergio porque no entendería un segundo de Bachillerato sin ellos. A Pol, por ser un incendio de nieve durante siete meses. Por tu cariño, tu amistad. Por tanto, aunque la vida ya no tenga estas cosas.  
A aquellos que están a pesar de los kilómetros y tienen siempre un hueco en mi recuerdo: Laura, Ismael y Julio. Brindo por todas esas postales que huelen a Madrid, esas cartas que llegan, casualmente, sin remite y sin huellas y por esos abrazos fraternales desde Guatemala. 
A un septiembre lleno de integradoras y de integradores que han hecho las tardes más emocionantes y que han despertado a esta Indi(e) que llevo dentro. Laia, Paula, Ana, Irene, Eli y los demás. 
A Luis, por ser un maestro Jedi increíble. Por Descartes, por los paseitos en la moto, las tardes de té, las cenas y comidas en la Batcueva, por hacer que no me equivoque tanto y crea un poco más en mí.  
A mi família por estar incondicionalmente. A mis padres, Chola y Mary, mis abuelos, a los que quiero con locura.
A Pepote, el ser más bizarro, el popotito y marinero de luces que está siempre para darme los mejores abrazos. Te debo, nos debemos muchos Cacaolats y Suárez. A Sara, esta primavera constante que apareció salvajemente en septiembre para quedarse durante mucho tiempo. 
Sé que estás leyendo esto y que te impacienta no encontrar tu nombre señalado. ¿Creías que me olvidaba de ti, Carlos? Pues no: la suerte de mi vida es como un postre, se deja para el final. Para ti ya no tengo unas palabras originales, ni unas frases que no hayas leido, escuchado antes. Para ti lo que tengo son años, muchos años a tu lado. Porque sí, porque has demostrado que eres el mejor amigo que pueda tener alguien, aunque el tiempo, las circunstancias o las personas que hayan o vayan apareciendo  se empeñen en hacernos creer que nos distanciamos. Se equivocan, se equivocaban con nosotros. We are the tide. ¿Y tú, Óscar? Ya está, ya puedes dejar de darle al F5, pero no dejes de ser tú mismo nunca. No olvides quién nos esperó en el Tibidabo, ni los atracones a pistachos, ni Marwan, Chaouen juntos. Cállate. 
Diciembre. Has llegado justo a tiempo, en el momento perfecto: cuando acaba algo y comienza todo. Has sido el mes más bonito de este año, el beso preciso, el abrazo necesario, la canción perfecta.
...no encuentro razón para cerrarse y caer en ese rol de parecer frío hielo.


G R A C I A S.

Nos vemos en un año mejor que este. Ojalá que sea el que viene, este 2013.



jueves, 13 de diciembre de 2012

XII


Diciembre es este frío
que me ha hecho aprender a desabrochar botones
y no ponerlos.

Son aquellas cosas de valor
que nos intercambiamos
con esa cierta distancia de seguridad,
ese luto absurdo, esa tristeza de una Lisboa sin amueblar.

Voy a dejar de cansarme de mí
para abocarme en las niñas azules
y ser esa hormiga que se pasea
por el borde de tu pupila izquierda.

Qué ganas de hipotecar el azar que me trajo a ti,
de comenzar a apostar un poco por mí,
de echarle valor y no tener miedo
a perder la orientación.

Mientras tanto, asimilaré que esta cuarentena
es ese antídoto para un quiéreme libre, déjame ser que costó sanar.
No me puedo arriesgar a comprometerme
para luego abandonar.

No todo se acaba aunque diciembre acabe,
porque lo mejor aún queda por delante.
Tampoco me sirve averiguar el cómo,
si no que prefiero regodearme en el qué.

El devenir va a colisionar
en un enero de incertidumbres.
Iaunuarius se merece una coalición de treinta días
en los que triunfe la esperanza de ganadores y perdedores 
desarmados que no temen a nada.




...te voy a querer. 

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Poesía simple. Poesía compleja.

Poesía son unos ojos que hablan y unas bocas que callan. Un corazón humilde que dice verdades. Las arrugas, producto de la risa. Un abrazo a tiempo. Poesía es dibujar un mapa en la espalda disimulando viejas cicatrices. Unas manos que se rozan casualmente. El sabor de una boca después de un beso en el mar. Poesía es un hundirse en la inmensidad de una caricia, conseguir prescindir de un recuerdo. Morirse de frío a causa de noviembre a -5ºC, de calor a causa de unos lunares oportunos. Poesía son las postales y cartas que llegan a mi buzón.  Las ganas de todo y las de nada y acabar convirtiéndote en la rival de la costumbre. La fragilidad de nuestro cuerpo con el paso del tiempo. Poesía son los olores familiares. El detallismo cuando va de la mano del romanticismo. Poesía es un hasta luego que realmente es un hasta siempre que tú quieras.  Poesía es mi paciencia. Que no se nos vaya la vida en quitarnos la ropa. Un suspiro oportuno. El desprecio de cuánto le echarás de menos. Poesía son mis ganas de llorar con unas buenas líneas y una voz bonita. Es el perdón cuando la soledad  nos da un beso. 
Dime que poesía no era lo que merecías y entonces será cuando sepa que los conceptos cambian con el tiempo: tú yo, nosotros. Fuimos, somos y seremos. 

Poesía, al fin y al cabo. Poesía, en definitiva. 








sábado, 3 de noviembre de 2012

La casa está vacía

Los ladrones entraron el martes en mi casa. Aún cierro los ojos y los imagino: el ansia de forzar la puerta y de introducirse en una casa ajena, tocar y escoger a su antojo todo aquello que tuviera un supuesto valor mientras el  tiempo les pisa los talones y no corre a su favor.
Pienso en los pasos que dieron por mi suelo, en los marcos en los que pusieron sus manos recubiertas de guantes, en los recuerdos y objetos en los que clavaron sus ojos. Pienso en haber estado presente y haber impedido que pusieran unas manos desconocidas en mis mejores sudaderas, en mis cosas definitivamente. Me hubiera gustado verlo todo. Como una narradora omnisciente. Sí.
Pienso en haber aparecido casualmente y haberles ayudado a escoger cosas. "Llévense esa caja forrada: está llena de cosas que ya no importan tanto. Llévense a Pío Moa, pero dejen de llevarse mi antología de Miguel Hernández, porfavor. Llévense también esas libretas llenas de fechas con pegatinas del partido y dejen mis libretas de los días bonitos. Tengan ustedes la delicadeza de no dejar a la vista la ropa interior que algún día le hizo sonreír, las fotografías que me recuerdan a lo que un día fui(mos). Acuérdense de que por mucho que arrasen con lo que queda de mi pasado y con parte de mi presente hay cosas que no me arrebatarán nunca. Adelante, siéntanse como en su casa. Ya se han tomado la libertad de entrar sin permiso y de desnudarme". Chapó. Lo habéis logrado. Gracias por nada.



miércoles, 10 de octubre de 2012

El tiempo de las cerezas.

He ocupado mucho tiempo haciendo(me) promesas. Ya no quiero encadenar el amor a un puente porque he logrado comprender que todo es demasiado frágil como para intentar sostenerlo con los dientes. El futuro y, muchas veces el presente, no cumplen lo que prometen. Todo, al final, se oxida o desaparece de forma pringosa. 
Nos queda el mientras y el durante. La calma antes del desastre. El amor per se. No hay mejor manera de demostrarlo que retirarse a tiempo. Como hicimos nosotros. Antes de matarme y estampar mis promesas contra el suelo. 
¿Saben? Lo peor de que se acabe el amor no es que se acabe, sino que continúe en unos planes de futuro, en unas sábanas usadas, en ese idioma creado para entenderse que hace imposible conjugar con otra persona.
Las conjugaciones en otras camas no dependen de las camas, si no de las personas que están (o no) a tu lado. Se encogen y se prolongan hasta la pura tristeza, según el estado anímico de la persona. Esos tamaños predeterminados de 180x90 individual, 190x160 de matrimonio no son ni meramente indicativos del paso del tiempo. Y eso, realmente, es incómodo. Del amor, claro. Dormir no implica soñar ni amar, ni ser correspondido. Porque los cabeceros de las camas son cambiantes e inestables, al igual que las fotos de las mesitas de noche, los pies fríos o las respiraciones.


"Cuanto más cercana sea la relación entre dos seres, más probable será que se puedan hacer daño el uno al otro. Cuando más lejana sea su relación, más probable será que se mueran de frío."

domingo, 23 de septiembre de 2012

Memento vivere

Hay cosas que yo ya no puedo escribirte ni tampoco remediar. Te fuiste sin dejar olores en mí y, aunque en mi armario haya un cepillo tuyo, que no pueda relacionar ningún olor en particular facilita mi tarea.
Ahora todo huele a antes, a otoño y suena a Tiersen. Quique lleva meses diciéndome que ya no suena en mí diariamente. Love of Lesbian nunca volverá a ser lo que fue antes, esto no es un reproche, es un hecho. Aún es pronto, sí.
Recupero, poco a poco, la suerte de mi vida: Carlos, Chola, mi familia. Recupero viejos hábitos que nunca debí perder: observar más a menudo el techo de mi habitación, quejarme y pelear por un futuro más digno. Aprendo, día a día, a perdonarme a mí misma, a remediar todas aquellas cosas que duelen. Lo que me apetece ya me está bien. No niego que, en algunas ocasiones, me asuste y todos aquellos miedos que creía superados vuelvan a picarme a la puerta.
Como hizo Amélie, la protagonista de la película con el mismo nombre, me apetece meter una mano en un saco de especias y que esa sensación recorra todo mi cuerpo. Ese tiempo-espacio sublime de introducir la mano en una tarde cerca del mar, en el abrazo más sincero de Yaiza, Lluis y Pepote, en una noche de bailes bizarros, en un concierto, en la cercanía de Sara mientras suena nos sobran los motivos, en una postal de Madrid de la chica de Alcobendas, en detalles recíprocos en forma de llave o en canciones de Chaouen, en el coche, que te mandan a callar.


"Sempre hi ha un motiu pel que desitges estar avui i et fa seguir caminant".

lunes, 17 de septiembre de 2012

Hueles a antes.

A mí lo que me gusta es que vengas y que, quizás, no te vayas. O sí, porque eso es lo que seguramente pase.
Que te vayas para siempre.
Que bailes.
Que veas conmigo el mar, la inmensidad y la libertad.
Que cantes.
Que el aire te roce.
Todo sin vergüenza. Todo.
El verde que baña tus ojos.
Tu risa y tu sonrisa, claro.
Que todo esto huela a antes.


Cállate.





martes, 11 de septiembre de 2012

Cafe de Flore

Cuando dejé de entenderlo todo decidí comprar el periódico. Era un martes festivo, un martes en que la gente salía a la calle a manifestarse por una nación independiente. Yo también salí a manifestarme, a mi manera, claro.
Me levanté ya con la intención de dejarme parte del sueldo en periódicos y leer durante toda la mañana y parte de la tarde, en saber cinco opiniones, puntos de vista diferentes. Me puse aquellos pantalones viejos de color gris y las chanclas y bajé al kiosco. Hacía meses que no bajaba a comprarle nada, ya ni tarjetas para el bus. Noté en su cara que se sorprendió al verme allí leyendo nuevamente los titulares, pero a pesar de su reacción, me atendió de la misma forma antipática que siempre.
Acabé mirándolo todo menos las noticias importantes. Hojeé las páginas hasta llegar a las carteleras y oferta cultural de Barcelona. El teatro y el cine doblado me asusta. Todo es demasiado caro. Todo. -pensé-.
Desganada, sin ganas de nada, me dispuse a levantarme del sofá y llevar la taza del té al fregadero. Me paré en seco y miré por la ventana del comedor: el mar hoy no me esperaba, ni tampoco tenía ganas de que las olas me mojaran el alma. Ya no sabía de qué tenía ganas, ni qué hacer. Todo comenzaba a darme el mismo miedo que hacía unos meses. Amontoné todos los periódicos encima del reposapiés y resoplé.
Mis padres habían decidido marcharse todo el día fuera a la Costa Brava, a pasear y, en cierta forma, a finiquitar el verano. Comí algo de fruta y seguí indecisa, sin motivos, evidentemente.
Cuando quise darme cuenta ha eran las tres de la tarde, me despertó la sintonía del telenoticias. Me dio tanta rabia que acabé cogiendo ropa interior, metiéndome en la ducha y plantándome en el portal de mi casa predispuesta a ir aún a no sabía donde. Me enfadé conmigo misma por no saberlo y me dispuse a coger el metro y plantarme en los cines dedicados al VOS e independientes a su vez.
Café de Flore fue mi elección. Sin pensarlo demasiado, para evitar dudas. A las seis comenzaba la sesión. Me vi en una sala de cien butacas, de noveinta y nueve butacas vacías. Escogí mi sitio, como había hecho siempre en todos los aspectos de mi vida. Comenzó. Comenzó mi sesión.
Cerré los ojos y me imaginé las mejores de las compañías. Noté como el vello de mis brazos se erizaba sólo con imaginarle a mi lado, cogiéndome de los dedos en cuanto se apagaran las luces.
Creo que fue una de las mejores películas que había visto en muchísimo tiempo. Lloré y lloré sola, sin temor a que nadie me preguntara el motivo. Cuando quise darme cuenta, el chico de la taquilla se había sentado tres butacas más a la izquierda de mía. Acabó la sesión, ahora ya nuestra. Aplaudió entre lágrimas mientras se levantaba de la butaca. Nos miramos, sonreímos entre agua salada. Silencio y luces.
Adiós.


viernes, 7 de septiembre de 2012

Reprocidades estancadas.


Me ha costado siete meses en darme cuenta de que no hay receta para lo nuestro y que nos hemos dedicado a ir improvisando. Durante todo este tiempo hemos dicho no a los sinónimos, al palabreo barato que define como somos, éramos o no sé.
A cómo actuamos juntos o por separados. Estás o no estás.
La situación es como la del presidente del Gobierno que disuelve las cortes y convoca elecciones. Aquí no sabe nadie quién manda: si el pasado o el futuro.
Ahora tengo miedo a morir quemada a lo bonzo al roce con cualquier otro cuerpo que no sea el suyo, al roce de unas sábanas blancas y no estampadas de azul.  Mi cuerpo, ahora mismo, es una bomba lapa que está pegada a mi cuerpo y su recuerdo.
El servicio de habitaciones ha ido haciendo su trabajo: ha ido llevándose esas sábanas repletas de sudores, ha ido avisándome mediante notas de color amarillo que debería ir despegando del dormitorio esas fotos que me sonríen. El servicio se ha dejado un cepillo de dientes verde que me mira cuando abro el armario, pero no sé si decirle que volverá algún día o no.
En su lado de la cama ya hay hojas secas que crepitan cuando me acuesto y me recuerdan, joder, que también nosotros tuvimos nuestra primavera.

Ahora ya se acaba el verano. Ahora ya quizás se acaba nuestro verano. Y yo ya tengo frío y necesito ver el mar.

sábado, 25 de agosto de 2012

Nul

Como los padres que se quedan sin palabras cuando su hijo les reprocha el afán de sobreprotección cuando ya es mayor.
Como el político que hace las cosas a su manera, lo inmoral y tiene detrás a un pueblo que se queja.
Como la noche que toca cenar crema de verduras y arrugas la nariz. 
Como la palabra muerte en un parto.
Como uno de los tantos parados sin trabajo.
Como el sueño después de dieciséis horas de cama. 
Como los miedos a cosas inevitables.
Como ser un maldito afluente sin mar.

El paso del tiempo,
la poca vergüenza y las cosas bien hechas,
la batalla por ganar,
lo que se debe,
la antítesis de la vida,
una de las consecuencias del sistema,
lo inexplicable,
lo que se debe afrontar,
yo, Laura.

domingo, 22 de julio de 2012

A expensas del Destino.


El destino existió para que yo me registrara contigo,
para que pagara por los errores de las lecciones
que me perdí o ignoré,
y también para ver salir el sol y despedirlo.

Aprender a entender este mundo gris con vos,
jugar a ser humanos.
Recorrer las calles de Barcino
tal si fueran las líneas de tus manos.

El destino antes de morir en ti
supo que no necesito más excesos que tus besos,
de todo lo demás yo puedo prescindir.
Yo ya era parte de tus ojos y de su razón,
de un camino que me enseña y me lleva a no perder la fe,
a dejarme de tonterías y de ciencia-ficción.



Felices veinte, mi chico de ojos verdes.

sábado, 14 de julio de 2012

Ara. Ahora.

Ya está, hasta aquí he llegado. Esta noche ha sido eterna entre mosquitos, libretas y zumo de naranja, pero lo admito: no sólo ha sido eterna si no que también ha sido decisiva, dolorosa.
Cuando me he levantado, he abierto la ventana y he pegado un persianazo. Un día nuevo se hallaba delante de mí: el cielo seguía igual de nublado que ayer, pero podía distinguir entre las nubes el sol. He arrugado la frente ante tanta luz y me he acordado de lo que significaba extender el brazo. He extendido ambos aún engarrotados por una mala postura y he intentado tocar con las yemas de mis dedos la Estrella.
He decidido bajar a bañarme al mar. El día tampoco es que acompañara demasiado, pero era insignificante. Era tan temprano que sólo habían dos señoras madrugadoras desayunando algo de fruta mientras comentaban los nuevos recortes del Gobierno. He dejado mis cosas cerca. Me han dado los buenos días, les he sonreído. 
La arena de la playa aún estaba fresquita y el mar estaba tranquilo. Me he desnudado completamente y he notado un silencio sepulcral. He andado poco a poco hasta llegar a la orilla, he mirado al horizonte y han brotado dos lágrimas. Me he adentrado hasta que el agua fría me ha cubierto el ombligo y el salitre me ha lamido la piel. He decidido alzar bien la cabeza, tragarme el nudo que tenía en la garganta: "Estoy bañándome en el Mar Mediterráneo para celebrar que comienzo una nueva etapa de mi vida." Las cosas suceden dos veces, una en tu cabeza y otra en tu acción. He comenzado a coger frío, así que me he tirado de cabeza al agua. He notado cómo se me ha encogido hasta el alma, nada importante. Que se me encoja el alma por cosas así seguro que es sano, he pensado. Cuando he salido del agua me he enrollado en la toalla, me he sentado en el pareo y les he enviado un mensaje a mis padres deseándoles un buen día, diciéndoles que les echaba de menos. Me he secado, me he vestido y he decidido volver a casa. 
He suspirado y he pensado en aquello que me dijo B: "La vida son actos de fe en si mismo." 


"Todo irá bien, querida Laura."

jueves, 5 de julio de 2012

11.02

Supe que dejé de quererte el día que olvidé masticar un chicle de fresa antes de nuestra cita. Ya no me emocionaba verte aparecer de lejos con la mochila colgada a un solo hombro, ni tampoco esa sonrisilla que se te escapaba cuando me veías con el vestido azul. Dejó de emocionarme que te perfumaras, que hicieras planes conmigo a larguísimo plazo, que te colaras entre mis piernas sin pedir permiso. Aquel día supe que ya nada volvería a ser lo mismo. (CTRL+X)
Supe que comencé a quererte el día que me miraste como nadie antes lo había hecho, el día que sin haberte visto sonó Carousel de Julia Mercell, el día que la palabra despedida hizo que se me encogiera por primera vez el corazón. Me emocionaba que me chincharas, que me acariciaras la cara y también tus nervios. Supe que comencé a quererte el día que enterré miedos contigo a la vez que otros tantos se preocupaban de un partido de rugby, mientras el mundo seguía girando. Yo paré el mío durante 2 minutos y decidí lanzarme a la piscina contigo y conmigo misma. Mi primer riesgo. Nuestro riesgo. Tu olor. El verde de tus ojos. Tu sonrisa. Tu ombligo. Las lágrimas. Tus pies. Te esperé. Siempre te había esperado.

A ti te debo cinco meses de incertidumbres, de saltos al vacío, de amor. De mucho amor.

Te quiero, Pol.

martes, 8 de mayo de 2012

Ventanas empañadas


El día que cumplí los dieciocho febreros  supe que las ventanas de la habitación de mi adolescencia iban a abrirse de par en par e iban a dejar pasar aire fresco hasta por fin desempañarlas para siempre.
Las ventanas empañadas me habían impedido ver todo lo que había detrás de ellas, una etapa por descubrir llena de experiencias y sensaciones nuevas. Dejé atrás mi miedo y mi incertidumbre, pasé mi mano por el cristal húmedo y frío sin importarme mojarme la palma de la mano y comencé a disfrutar de de todo lo que me podía ofrecer el mundo. Los domingos siempre me habían parecido los días más agridulces de la semana porque tienen sabor a lunes con un toque de rutina, pero aquél domingo de abril sabía a libertad y a té de Navidad.
Abrí el ventanal más grande de mi habitación para poder disfrutar de tal olor y, sorprendentemente, pude ver una moto, a Luís y dos cascos. Vestía una maldita sonrisa que se agarraba al manillar de la motocicleta y ésta me incitaba a subirme a uno de de mis miedos más grandes. Sentía cómo mi corazón se aceleraba ante la situación y tomé aire. Observaba la realidad que se había plantado ante mí y pensé que esa era una buena oportunidad para experimentar y sentir algo diferente. Me dispuse a ponerme el casco y a subirme en la moto sin pensar en nada más.
Sin poderlo evitar, me vino a la cabeza la primera vez que subí a la noria en el parque de atracciones del Tibidabo: era en pleno verano y yo llevaba un vestido naranja con un pez amarillo y una gran sonrisa. Quince años después volvía a sentir lo mismo, volvía a vestirme, pero esta vez llevaba un vestido de libertad y estaba igual de emocionada. El aire tocaba mi cara y mis dedos ya no sentían la tela de la chaqueta de Luís porque hacía aún frío. Cerré los ojos, suspiré tanto que empañé el visor del casco: volvía a tener una ventana empañada en mi vida pero estaba segura, sabía del cierto, que esta vez eso era el resultado del fin de una incertidumbre que ahora se había convertido una experiencia grata. Abrí de golpe el visor desempañándolo, dejé mis manos apoyadas en mis piernas y proseguí a seguir disfrutando de la libertad en estado puro.

Y por ello te doy las gracias, por desempañar ventanas de mi vida y hacer que sepa a menudo a te de Navidad en plena primavera.

martes, 20 de marzo de 2012

Escolta la meva història

És un petit pas per a l’home, però un gran salt per a l’ humanitat” Aquesta frase, ja cèlebre, és símbol del petit gran pas que Neil Armstrong va fer amb l’Apol·lo 11. Un viatge de cinc dies en què l’astronauta va poder observar des d’una petita finestra hermètica l’ immensitat blava dels oceans i les taques verdes de la Mare Terra de les qual destacava un arbre.

La història d’Armstrong també hauria de recollir el que seguidament t’explicaré, lector/a: ell va ésser el primer humà en trepitjar la superfície lunar i també el que va renunciar al satèl·lit de l’amor per la seva carrera professional. No sé del cert els motius de la seva decisió, però et puc explicar tot el que vaig veure durant dies des del finestró del menjador de casa dels meus tiets.

Caroline, en el moment que va saber que Neil s’embarcava en la missió, va decidir instal·lar-se a la branca més ampla i forta de l’arbre centenari del seu jardí. La botànica i l’astronomia eren les excuses perfectes per a poder contemplar la bellesa del cel i sentir el tacte d’aquella meravella centenària. S’estirava durant les nits a sobre de la branca que estava just sota la Lluna i esperava que aquesta brillés fins a il·luminar els seus cabells rossos i els mussols comencessin a ulular. La lluminositat de la Lluna, la calor de juliol i l’emoció de visualitzar la cara oculta de la Lluna era una cosa que la fascinava: era capaç de veure a Armstrong caminar per aquest paratge desert i polsós , veure com havia complert el seu somni professional i que era agredolçament feliç.

Jo sempre he sabut que allò era un amor impossible, un capritx del destí. Ambdosos allargaven els braços cap a un espai comú, que era un cel estelat ple d’esperances lluminoses.

Ella vivia a trenta-cinc metres del terra per sentir el fred i el buit del cel, la proximitat d’ un satèl·lit que ja no pertanyia a la seva òrbita. Ell, en canvi, visitava diàriament el costat ocult de la Lluna per a sentir el caliu de la llar i fondre tots els seus dubtes, les seves pors. Neil sabia perfectament que el seu petit pas com a home enamorat acabaria trepitjat i enterrat a la Lluna abans de tornar a la Terra i que aquella expedició el reconeixeria fins al final dels seus dies.

martes, 13 de marzo de 2012

Braquiosaurios del Raval

Supongo que es cierto eso que dicen que el exterior, aquello que se ve, no siempre es la esencia de las cosas. Si las calles de mi barrio hablaran, contarían historias de un barrio obrero donde el amor, pese a todos los inconvenientes, ha tenido su lugar. Lo que más me gusta hacer en él, es levantar la vista y ver en el cielo colgadas las sábanas, los calzones y los uniformes reflectantes de algún que otro trabajador. Las cuerdas de los tendederos del Raval es algo que siempre ha apasionado: los bailes que se traen siempre están relacionados con mi estado de ánimo, un estado que varía según cómo me haya tratado la vida ese día.

Mi día comenzó cuando me dispuse a abrir la puerta grafiteada y, entre periódicos y papeles publicitarios, me abrí paso. El rellano, para variar, estaba sin luz y tuve que llegar al tercer piso a tientas. Una vez dentro del piso, pude notar esa mezcla de humedad y viejo, ese hedor que, cuando salía, no podía desprenderme de él. Dejé las llaves puestas por dentro y llegué al comedor esperando que alguien me recibiera sentado en el sillón con la mirada fija en el cuadro al más estilo realista donde los dos cazadores, el caballo y el perro eran los protagonistas.

La presencia de alguien allí era evidente y no sólo lo decía porque Sra. Novell arrastrara muebles en el piso de arriba, si no porque era capaz de escuchar una lenta y angustiosa respiración al final del pasillo. Me apresuré para localizarla y, detrás de la puerta y al final del pasillo, lo encontré: allí estaba clavado en la mecedora. Mis palabras se volvieron balbuceos cuando, de pronto, comenzó a leerme lo que tenía encima de las piernas “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.”. Lo volvió a leer una y otra vez, se reía y cuando se disponía a volverlo a hacer sus carcajadas lo impedían.

La imagen se me clavó en lo más hondo de mi ser: su sonrisa formada por dientes amarillentos y afilados me producía una sensación inexplicable que era simbiótica a esa manía que tenía de reseguir con las uñas los nudos de la madera de la mecedora.

Suspiró como nunca lo había hecho y apoyó su cabeza. Lo vi abarrotado y yo, en ese preciso instante, supe que el braquiosaurio cualquier día no volvería a despertar más.

martes, 28 de febrero de 2012

“L’art contemporani s’acosta a l’alumnat de segon de Batxillerat”

El passat 13 de gener, els i les alumnes de segon de Batxillerat humanístic i social vam poder gaudir de dos experiències que ens varen apropar a moviments artístics innovadors, renovadors i dogmàtics donats al segle XX. Aquests moviments, en molts dels casos, queden justificats i contextualitzats amb els fenòmens històrics, adquirint un significat diferent segons el punt de vista dels diferents autors.

Amb la visita a la Fundació Miró, l’alumnat de l’assignatura vam tenir l’oportunitat de conèixer a l’artista barceloní i la seva tendència Surrealista, la qual varia en les diferents etapes de la seva carrera. El podríem definir com un artista innovador donades les tècniques pictòriques empleades, un artista compromès amb la seva terra i que utilitzava símbols per a referir-se a tot allò que admira i estima. També varem venir l’ocasió de visitar l’exposició temporal de la Col·lecció Clark al Caixafòrum. Les obres que estaven exposades eren peces de gran renom dins del moviment artístic del Impressionisme protagonitzat per Sisley, Pissarro, Manet, Monet, Degas o Renoir. Tots aquests artistes tenen en comú una temàtica propera a la natura i a la quotidianitat, on la importància de l’exactitud i d’instantaneïtat de les obres és una de les característiques clau del moviment.

Aquesta sortida no només va ésser interessant, si no que va dinamitzar i complementar tot allò après dins de l’aula d’art.